lunes, 28 de diciembre de 2015

Cuento de La Nada


¿¿NADA??

No puedo recordar mi nombre. Tampoco recuerdo mi edad. Ni tan siquiera recuerdo mis sentimientos ni nada que tenga que ver con mi pasado, con mi historia. El caso es que parece que no me importa.
Miro a mi alrededor y todo es hermoso. Estoy en una habitación grande, con blancas paredes y un hermosísimo cuadro en la pared. Es un cuadro de líneas curvas entrelazadas las unas con las otras. Parecen representar formas, pero no sé reconocerlas. Sí reconozco la belleza de los colores y la armonía de su conjunto.
Miro por la ventana. Todo es verde y todo parece vivo, pero no sé el nombre de lo que me rodea. Pero no siento ninguna angustia. Es como si no recordara algunas palabras, pero no reconozco el patrón del olvido.
Muy cerca de mí veo algo, algo curioso. No recuerdo exactamente qué es. Es casi cuadrado y, al cogerlo, veo que tiene algo similar a hojas. Y sobre esas hojas hay trazos escritos. Esos trazos sí los reconozco. Y recuerdo la palabra que los describe. Son letras, las letras forman palabras y las palabras forman frases. ¿Podré leerlo?. Ahora sí siento nervios. Lo abro por una hoja y enfoco mis ojos. Sí, puedo leer. No sé porqué pero siento gratificación al ver que entiendo todos esos símbolos escritos.
Alguien entra en la habitación. No sé por qué razón pero escondo mi tesoro debajo de mi cama.
Intento pronunciar palabras pero tengo sensación de sinsentido.
¿Qué me habrá pasado? Siento curiosidad pero siento mas curiosidad por los escritos.
¿ Por qué no me interesa saber quién soy? Solo sé que soy una niña. Me he mirado porque cuando desperté, antes de abrir los ojos, dudaba incluso de si sería un animal o una persona. Había fantaseado con ser un perrillo. Pero al abrir los ojos había visto que no.
¿Qué es eso que te puede ocurrir que te haga no saber ni si eres humano? Igual no importa tanto, ¿no? Igual creemos que ser humano está por delante de otras cosas y no es así. Desde luego, creo que a mí me da lo mismo serlo o no serlo.
Tampoco tengo claro si tengo familia o no, pero tampoco me importa.
¿Sabes lo único que me importa? Que estoy aquí, en este cuarto bonito con ese cuadro de colores vivos y que huele ….tan bien!! Y que, detrás de la ventana viven todos los verdes.. Y que debajo de mi cama están esos escritos. ¡Ay! Estoy ávida de aprenderlo todo.
Cuando me quedo sola, cojo los escritos y los abro por la primera hoja. Pone: Cuentos de la nada.
¿Lo habré escrito yo? ¿Lo habrá escrito la niña que ha entrado antes en la habitación? Mi curiosidad es infinita.
Leo:
¨Aquí no hay nada. Pero sé que la nada se puede convertir en algo. Así que lo voy a pensar y verás cómo aparece.
Será una niña guapa. Será una niña muy lista y, sobre todo, muy cariñosa. No tendrá nunca miedo y todo le va a gustar: aprender, leer, jugar…y leer en las señales de la naturaleza la magia. Y nunca va a estar triste porque sus papás le regañen, ni porque esté malita ni porque la luna no alcance a verse por la ventana.
Verás cómo si lo pienso mucho, ella aparecerá y yo no volveré a estar sola, no, a pesar de que mis papás no me dejen salir de casa por miedo a que me pase algo. Ya me pasó, y no volverá a pasarme. Sí, me caí de aquella montaña. Sí, me rompí la cadera y no puedo andar sin la ayuda de esta muleta. Sí, decidieron que no volvería a caerme porque, a partir de aquel día, no volvería al cole y un instructor vendría a casa a enseñarme lo necesario para que una niña coja pueda vivir de forma digna.
Pero ya no me da miedo, ya no me da pena. No, porque sé que aquí dentro de mi imaginación, ella aparecerá y ella hará todo aquello que no soy capaz de hacer yo. Y yo lo viviré a través de ella.
Ella nacerá hoy y yo la enseñaré todo, todo lo que sé y el resto lo aprenderá a través de mis deseos y, como yo, a través de los libros.
Y se llamará Lena.”
En este mismo instante, ella vuelve a entrar en la habitación. No me había dado cuenta de que va apoyada en una muleta. Me mira fijamente, y me dice: Hola, Lena.
Entonces, ¿ no soy nada? 
No lo sé, tú sabrás.